por el señor Snoid
Cuando uno sale de ver Dune, aún ligeramente anonadado, no puede sino hacerse la inevitable pregunta: “Y esto, ¿para qué lo han hecho?”. La respuesta inmediata es pensar en la pasta: los ejecutivos de Warner y HBO, en un rapto de enajenación, han pensado que esta película iba a amasar una fortuna. La verdad es que tenemos nuestras dudas: por razones que explicaremos luego, no creemos que el film vaya a reventar las taquillas ni que los suscriptores de la plataforma televisiva alquilen en masa el producto. Otra posibilidad es que los millones de lectores de la novela estuvieran ansiosos de que por fin hubiera una adaptación cinematográfica decente (aunque a nosotros la de Lynch no nos parece indecente). ¿Disparatado? No tanto. Bien sabía David O. Selznick, o lo hizo saber, que millones de norteamericanos deseaban que se hiciera una versión fílmica de Lo que el viento se llevó (con la que Dune tiene bastantes cosas en común), y la elección de la actriz que habría de interpretar a Escarlata O'Hara, como astuto reclamo publicitario, provocó acaloradísimos debates en la prensa de la época (los productores de Dune bien podrían haber lanzado una campaña tipo “¿Qué actor le gustaría que interpretara a Paul Atreides?”). Y no hace falta remontarse al siglo pasado: cientos de miles de españoles suspiraban por las adaptaciones audiovisuales de novelas como El tiempo entre costuras, La catedral del mar o Patria, y sus anhelos obtuvieron cumplida recompensa. Con ello no queremos decir que la saga literaria Dune posea la calidad de las obras citadas: no podemos decirlo porque no la hemos leído (las otras tampoco, con la excepción de Patria: pero ya la hemos olvidado. Afortunadamente). El director y co-guionista Denis Villeneuve nos da otra explicación: él quería hacer “un Star Wars para adultos”. Esto nos desconcierta, porque pensábamos que los fans de La guerra de las galaxias eran (y son) mayoritariamente adultos —muchos ya sexa o septuagenarios—, dado que los que se engancharon en masa al carro de Han Solo, Luke, Yoda y compañía fueron los que vieron las tres primeras películas, aunque es posible que El retorno del Jedi les hiciera dudar de su fe. Los que se apasionaron por las tres que hizo posteriormente Lucas y las más recientes de la empresa Disney son una minoría frente al fandom nostálgico que ha envejecido tan bien como Harrison Ford. Imaginamos que lo que Villeneuve quería decir es que se proponía hacer justicia a la obra original y elaborar un film de aventuras que no ofendiera la inteligencia del espectador.
La especia: ¿coloca o no coloca?
Lo cierto es que este Dune (primera parte) no cuenta mucho más que la versión de David Lynch. Aparece una casa nobiliaria que presuntamente tiene principios, los Atreides (aunque sólo vemos a la élite gobernante-guerrera, con uniformes de inequívoca evocación fascista), otra élite muy degenerada y traicionera, los Harkonnen, una secta de brujas con superpoderes mentales —las Beni Gesserit—, y los nativos de Arrakis, una especie de beduinos sin camellos llamados Fremen. No se nos da detalle alguno de cómo vive la gente común y corriente que está bajo el yugo de toda esta nobleza feudal futurista: la descripción de las distintas sociedades es casi inexistente (únicamente llegamos a saber que los Atreides son grandes aficionados a la tauromaquia y asimismo ecofriendly, pues obtienen la energía del agua y del viento, que los Harkonnen disfrutan de oleaginosas bañeras, que los Fremen son como guerreros pashtun y que la secta de las brujas es tan intolerante como el episcopado español). Y que el dominio de la especia, es decir, el dominio del planeta Arrakis, es la clave del poder universal con el permiso del Emperador de la Galaxia.
Hemos de admitir que este Dune de 2021 carece de los momentos grotescos del Dune de 1984: no sale Sting, no se ve a Paul cabalgando sobre gusanos gigantes a los sones de la horrorosa música del grupo Topo ni hay una enojosa narración explicativa. Pero la película de Lynch posee su encanto bizarro, comenzando por un reparto que juntaba a Silvana Mangano, Brad Dourif, Freddie Jones, Dean Stockwell, José Ferrer, Linda Hunt y un montón de gringos más. Lástima que tanto Sean Young como Richard Jordan aparecieran sólo unos segundos: la pobre Sean siempre tuvo una suerte pésima y el bueno de Richard tenía la magistral línea de diálogo “Mucho es lo que sospecho, señor mi Duque”. ¿Puede competir Dune: primera parte con tal elenco? En el aspecto lisérgico obviamente no, salvo la estelar aparición de Javier Bardem.
Otra cuestión es el diseño de producción. Grandioso, sí. Tan grandioso que la planificación de algunas escenas parece diseñada para mostrar los decorados y la espectacularidad de los CGI. Algo que, por otro lado, contrasta con la gran profusión de primeros planos de los personajes —lo que revela el destino final de este film: la pantalla de la tele. No se trata tanto de que Dune intente conjugar el gran espectáculo con el film intimista (centrado en Paul y sus padres, y, presumiblemente, en Chani y el resto de los Fremen), sino de que, por un lado, se intente deslumbrar al espectador con la pirotecnia (miles de extras, enormes naves espaciales, interiores con estancias descomunales, paisajismo a lo David Lean) sin que este olvide que nos hallamos ante un drama sobrehumano que incluye la llegada de un mesías. Por desgracia, Dune fracasa parcialmente en su faceta espectacular — a la postre tanta exhibición de gigantismo resulta tan monótona como una película bíblica de Cecil B. De Mille— y casi totalmente como relato: los personajes y sus acciones causan, en el mejor de los casos, una apacible indiferencia. Y no creemos que el tamaño de la producción haya aplastado las intenciones de Villeneuve: en su carrera norteamericana hay una película espléndida (Prisioneros), un notable film de ciencia ficción (La llegada) y si Blade Runner 2049 resultó fallida ello se debió a un guión bastante mediocre y al tono melancólico y moroso que impuso el director, defectos que podrían describir Dune: primera parte.
“El bien regido”
O “El guiado”, en una traducción aproximada de El Mahdi, aquel que vendrá a la tierra algunos años antes del fin del mundo y establecerá un reinado de paz y justicia según la teología islámica (según algunos autores, acompañado de Jesús: qué cosas tiene la escatología). Como es lógico, Paul Atreides es el Mesías de este mundo futuro. Y es una lástima que su conversión en el “ungido” no llegue a interesar en ningún momento: porque Dune tiene, sobre el papel, todos los elementos para ser una gran obra épica: un héroe mesiánico que ha de culminar un viaje, a menudo a su pesar, viaje no únicamente “físico”, un pueblo explotado, villanos absolutamente repulsivos, monstruos, poderes sobrenaturales, violencia... Pero carece absolutamente de emoción y pulsiones humanas con las que el espectador pueda identificarse.
[Mientras veíamos la película, se nos ocurrió que la versión definitiva de Dune podría ser la proyección simultánea y en tres pantallas de la versión de Lynch-De Laurentiis, de la película de Villeneuve (aumentando la velocidad) y del divertido documental Jodorowsky's Dune: todo ello tras la ingesta de una infusión bien cargada de ayahuasca: nada de LSD. Eso sí que podría ser épico]
Pero qué negativo. La parte de la película a partir de que caen los Atreides con Paul y su madre huyendo está bien. Pero es cierto que también eché en falta algo sobre la gente gobernada por esas casas nobiliarias. Creo que eso no me pasó viendo la de Lynch ni con la miniserie de televisión. Seguramente porque aquellas estaban hechas con cuatro duros y aquí todo es tan grandioso y con tanto supuesto detalle que echas de menos cosas.
ResponderEliminarPor cierto que para que esa proyección definitiva estuviera completa faltaría una cuarta pantalla donde se proyectara dicha miniserie de televisión. https://www.imdb.com/video/vi2869933081?playlistId=tt0142032&ref_=tt_ov_vi
No creo que haya sido tan "negativo". Si me dices que a partir de la huida de Paul y mamá la cosa mejora, llevamos ya dos horas de película...Y de tedio. No me entiendas mal: me suele gustar lo que hace Villeneuve, pero es que estas dos últimas que ha hecho... No he visto la serie: ¿qué tal es? De todas formas, si nos ponemos puristas (algo absolutamente inútil a estas alturas) no tendría cabida en esa alucinógena proyección...
EliminarPues no me acuerdo nada de la serie salvo que la vi con simpatía. A pesar de todos los efectos en mi cabeza era como una especie de Estudio 1. Aquí cuentan más de ella y de su secuela. https://blogs.diariovasco.com/series-gourmets/2021/10/22/dune-la-leyenda-hijos-de-dune-las-virtudes-de-la-inconsciencia/
EliminarNo tienen mala pinta; por lo menos el grupito de actores secundarios es bastante atractivo.Ya que nos cuentan que andan todos los capítulos por YouTube habrá que echar un vistazo: ¡Algunos programas de "Estudio 1 eran bien decentes!
EliminarResumen musical de la versión de Villaneuve https://twitter.com/felicesveinte/status/1461468513403641863?s=20
ResponderEliminarEspantoso. Y con Gurruchaga asintiendo complacido.
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