por el señor Snoid
Apreciable película chilena que combina la comedia disparatada, el film de terror y el drama sentimental. Y todo ello en unos magros 84 minutos, cuando hoy en día a la mayoría de los cineastas (sobre todo norteamericanos) les cuesta más de dos horas contar una majadería que podría haberse solventado en 15 minutos.
La premisa argumental nos lleva hacia lo que parece ser una comedia desenfrenada. Un detective privado (Rómulo: Rómulo Aitken) recibe el encargo de averiguar si una de las ancianas que viven en una residencia es maltratada, robada o que quizá hasta le escamoteen la dosis diaria de Lormetazepam. Rómulo pone un anuncio en el periódico ofreciendo trabajo a un viejales de entre 80-90 primaveras para que se introduzca en el asilo y averigüe si la abuelita está en plena forma o sufre una total falta de cuidados. Tras un hilarante casting (asombrosa la cantidad de chilenos a punto de fenecer que suspiran por un curro), el detective escoge a Sergio (impresionante Sergio Chamy). Y procede a instruirle en el manejo del teléfono móvil, los mensajes de voz, las gafas con minicámara y el boli-grabadora, lo que provoca momentos francamente divertidos (aunque la directora, con muy buen criterio, no se ceba en la presunta incapacidad de los ancianos respecto a eso que llaman “nuevas tecnologías”).
Sergio se familiariza con gadgets propios de James Bond
Una vez dentro de la residencia, nos hallamos en el territorio del cine de terror. Y no por causas que hubieran sido dramáticamente simplonas (la presencia del personal que atiende a los viejos está reducida al máximo, algo que redunda en el patetismo del film: no hay “malvados” a los que echar las culpas), sino por el absoluto desvalimiento y soledad que sufren los viejitos. Sergio comienza por cumplir su misión y le manda unos jocosos informes a Rómulo : otro detalle muy apreciable es que en ningún momento vemos con claridad a la mujer que tiene que investigar. Poco a poco, Sergio se olvida del “caso” y comienza a compadecerse de sus compañeros de residencia: la anciana que espera ansiosa las llamadas de su mamá, la que anhela la visita de sus hijos y nietos, la que recita poemas (“Me gustan. Es que creo que lo más importante de un poema es la rima”). A pesar de que lo que se ve es, en gran parte, espantoso, no faltan aquí los apuntes humorísticos. A Sergio, que se ha convertido en el ídolo del asilo merced a su bondad y compasión, se le homenajea en su 84 cumpleaños con una interpretación de la canción “Te quiero” de ¡José Luis Perales! Y en vez de quemar el asilo (algo que hubiera hecho cualquier español de bien), Sergio se emociona y llora... ¡Y consigue con su fabulosa actuación que nosotros, espectadores, nos emocionemos también!
Los residentes asisten a una conferencia sobre la poesía ultraísta de Vicente Huidobro |
Es asombrosa la capacidad de la directora y guionista Maite Alberdi a la hora de cambiar de registro. Decíamos arriba que El agente topo mezclaba varios géneros: y lo hace con una pasmosa (en apariencia) facilidad. El tránsito de la comedia bufa a lo patético y de lo patético a lo sentimental (pero nunca sentimentaloide) se realiza con una fluidez espléndida. Y la directora, cuyas obras previas han consistido en documentales, demuestra pericia en el campo de la ficción (aunque en la IMDB, sorprendentemente, se describa este film como Documentary). La dirección de actores (no profesionales) es soberbia, y el sentido de la planificación y del tempo de los planos es asimismo sobresaliente. Y en su labor de guionista, no podemos sino lamentar que Alberdi no se haya prodigado más en el cine de ficción.
Al final, Sergio descubrirá que su investigación es inútil. Y que todos los ancianos merecen cariño y atención. Y abandonará el asilo con la promesa de visitar a sus nuevos amigos. Los momentos finales son propicios para la lágrima fácil, pero Alberdi lo evita colocando en primer plano los elementos temáticos del film: envejecer es una putada y las residencias de ancianos son el infierno sobre la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario