Por Francisco López Martín
La
trayectoria como cineasta de Nanni Moretti se inicia en 1976. Entre esa fecha y
el espaldarazo internacional que supone Caro
Diario (1993) realiza siete películas que nosotros no hemos visto. Sí hemos
visto, en cambio toda su filmografía desde Caro
Diario, y ese conocimiento nos lleva a calificarlo de cineasta muy notable
que cuenta, como mínimo, con dos películas excelentes: la desternillante Aprile (1998), que gira en torno al
nacimiento de su hijo, y el contenido drama Mia
madre (2015), homenaje a la madre del director, fallecida en 2010.
Aarón
Rodríguez Serrano ha escrito para la editorial Cátedra un libro modélico sobre
el cineasta italiano. No sólo demuestra inteligencia analítica y sensibilidad
estética, sino también profundidad filosófica y sabiduría existencial. A lo
largo de sus páginas, excelentemente escritas y estructuradas, es evidente que
se trata de un cineasta no sólo admirado por el autor del libro, sino también muy
querido por él, y que ha tenido una importancia capital en su devenir vital. “Claro
que las películas nos cambian la vida. Claro que lo hacen”, afirma al final de
la monografía.
“Las
películas de Moretti tienen siempre como protagonista a un personaje al que le
cuesta vivir en el mundo”. Vivir en el mundo y asumir la máscara en la que ha
quedado convertido por el devenir de la existencia. Al mismo tiempo, “Moretti
trabaja constante, obsesivamente, con la idea de mostrar la autoconsciencia de
su cine”. Más aún, y en contra de lo que pudiera parecer a primera vista, el
autor de la monografía afirma que en las películas de Moretti “siempre hay una
razón de peso para cada angulación y cada desplazamiento”. Y lo demuestra en
los espléndidos microanálisis que ofrece a lo largo del libro, en función de
los cuales no es posible sostener la primera impresión estética que tal vez
suscite su cine, a saber, la de una cierta falta de interés sobre cómo se ha
rodado lo que se ha rodado. Tal vez no se trate de un cine visualmente
brillante (comparémoslo con un compatriota suyo como Paolo Sorrentino), pero sí
muy pensado y claramente decantado hacia la sobriedad formal (como mínimo, en
esa parte de su filmografía que nosotros hemos podido ver). Entre las
conclusiones del libro, destacamos la idea de que “El Otro y el legado son los
dos ejes sobre los que se levanta el estremecimiento emocional del cine de
Nanni Moretti”. Y es que “el cine de Moretti es ante todo el cine que da
testimonio de una vida vivida (…) el testimonio de un camino, de una manera
concreta, emocionante, irrepetible, de existir”.
En
definitiva: una de las mejores monografías sobre un cineasta que hemos leído en
los últimos años. No se la pierdan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario