Por el señor Snoid
(http://www.blogger.com/profile/03871000575405204963)
Asómbrense. Peter Bogdanovich ha
realizado su mejor película desde The
Last Picture Show (1971). No, no tomamos ningún alucinógeno antes de entrar
al cine. De hecho, la señora Snoid y yo atribuimos este inexplicable fenómeno
al aire acondicionado, a que sólo había dos personas en la sala y a que
nuestras últimas visitas al cinematógrafo habían sido desastrosas. Así que al
día siguiente volvimos para comprobar si en los multicines no habrían puesto en
el aire algún tipo de virus tóxico, un virus que despertara el regocijo, el
buen rollo y la satisfacción. No hubo tal. Lío
en Broadway (imaginativo título hispano de She’s Funny that Way) es una comedia espléndida.
Posiblemente muchos verán esta película
y sacarán la obvia conclusión de que Bogdanovich ha fagocitado a Woody Allen.
Superficialmente, quizá. Hay semejanzas con las antiguas comedias (buenas) de
Allen en cuanto a la banda sonora, la interpretación coral, el ambiente
neoyorquino teatral (aunque aquí, por fortuna, no sale John Cusack) y el
protagonismo de una “puta con buen corazón” (similar a la interpretada por Mira
Sorvino en Poderosa Afrodita). Pero
hace siglos que Woody no hace una comedia decente –a no ser que a ustedes les
gusten esas postales turísticas en movimiento de Roma, París, Barcelona y
Londres; de hecho, la mejor película de Allen de los últimos tiempos era
prácticamente una tragedia: El sueño de
Cassandra. Y no, no nos gustó demasiado Blue
Jasmine, por razones que no viene al caso detallar aquí.
Y es que Bogdanovich, desde sus
comienzos, se ganó una reputación de vampiro cinéfilo, que, en parte, nos
parece injusta: que si copió a Ford en The
Last Picture Show (Ford era muy capaz de hacer dramas, pero no algo tan
sórdido y carente de sentido del humor), a Hawks con ¿Qué me pasa, doctor? (Hawks jamás habría contratado a Ryan O’Neal
y a Barbra Streisand; como bien dijo Howard sobre esta peli, “Un auténtico
logro. Porque es una comedia graciosa y ni O’Neal ni Streisand son graciosos en
absoluto”) o a cualquier otro de sus ídolos, a los que acosaba sin tregua. No
en vano Ford inmediatamente le apodó Peter
Question Mark Bogdanovich.
Las gafas,
el pañuelo… ¿Llevará botas de montar durante los rodajes?
Más sorprendente resulta que Lío en Broadway sea una comedia tan
lograda si consideramos que las anteriores incursiones del director en el
género no fueron muy felices que digamos. Porque ni At Long Last Love (1975), ni Todos
rieron (menos el público; 1981) o Ilegalmente
tuya (1988) son filmes muy brillantes: más bien señalaban la, al parecer,
caída en barrena del director.
La
prostituta y el astuto detective privado
Es posible que gran parte del éxito de Lío en Broadway se deba a su
co-guionista y productora, Louise Stratten, y a la muy compleja vida
sentimental de Bogdanovich. Lo explicaremos: como a Peter siempre se le negó
–en parte debido a su soberbia cuando era un director en alza– todo mérito en
lo que de bueno tenían sus primeros filmes, las alabanzas por El héroe anda suelto y The Last Picture Show recayeron en su
mujer de entonces, Polly Platt, brillante diseñadora de producción, productora
y guionista en la sombra. Como Peter se lió en Texas con Cybill Shepherd y se
separó de Platt, los agoreros ya anunciaron que su decadencia iba a ser
fulminante. Y Peter, para por una vez no decepcionar a sus críticos, hizo los
deberes con cosas como Daisy Miller y
At Long Last Love; una vez separado
de Shepherd, Bogdanovich se enrolló con Dorothy Stratten, una conejita del Playboy aspirante a actriz que fue
asesinada por su chulo mientras estaba “saliendo” con Peter. ¿Y quién es Louise
Stratten? Pues la hermana pequeña de Dorothy y además exmujer de Bogdanovich.
Este follón sentimental tiene fuertes ecos autobiográficos en Lío en Broadway. Pero sin dramatismo alguno. Y nos barruntamos que
tampoco Bogdanovich, a diferencia del personaje que interpreta Owen Wilson en
la peli, donara 30.000 dólares a cada de una de las putas que contrataba “para
que dejaran el oficio y cumplieran sus sueños”. O quizá sí.
“No
desearás al hombre de tu hermana”
Sin embargo, Lío en Broadway no es sólo una brillante comedia de enredo a lo
Allen: a nosotros nos recuerda más a las screwball
comedies de Preston Sturges (otro de los héroes de Bogdanovich,
naturalmente) por su ritmo veloz, el inverosímil pero divertido parentesco y
relación de todos los personajes y la abundancia de batacazos, caídas y gags visuales que se combinan con afortunados chistes
verbales. Y hay que decir que todo el reparto está espléndido, aunque nos
quedamos con la psiquiatra interpretada por Jennifer Aniston –que trata a su
clientela de una manera despótica, malhablada, despreciativa y sin el más mínimo
interés por los problemas de sus pacientes: la terapeuta que siempre hemos
querido que nos curara– y con Rhys Ifans, quien interpreta a un cínico actor
inglés, ese típico intérprete que con sólo enarcar la ceja ya hace que sueltes
la carcajada.
¿Nadie le
ha dicho a este muchacho que debería separarse de Ben Stiller?
Incluso los habituales guiños cinéfilos
que inserta Bogdanovich son acertados. Hay un plano de Owen Wilson tumbado en
la cama de su hotel con dos teléfonos y su ordenador portátil marca Apple (el
porqué en todas las series y películas siempre hay ordenadores Apple es uno de
los grandes misterios de la humanidad); de un plano lejano pasamos, merced a
una lentísima aproximación, a un primer plano de Wilson. Exactamente igual que
el célebre plano de Rita Hayworth y Everett Sloane en La dama de Shanghai (Orson Welles, 1947: lo han adivinado: otro
icono de Bogdanovich). No lo cronometramos, pero casi estamos convencidos de
que ambos planos tiene la misma duración. No falta tampoco la aparición del
director himself –ciertamente
divertida: se le ve en una pantalla de TV en su papel de terapeuta de la
terapeuta de Tony en Los Soprano– y
la sorpresa final, la aparición del nuevo mentor de la protagonista, puta
reconvertida en estrella, es para tirarse por los suelos, además de demostrar
que la muchacha carece de prejuicios en cuanto a los hombres. O que tiene un
gusto perro, como ustedes prefieran.
Mucho nos tememos que, pese a todo, a Lío en Broadway le ocurra lo mismo que a
otra excelente película de otro Peter: Weir y su Camino a la libertad (The Way
Back, 2012); es decir, que sea un batacazo económico y crítico. Tanto nos
da: nosotros salimos de Lío en Broadway
con la sonrisa de oreja a oreja…
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