por el señor Snoid
Para Di, nuestra doctora Cartwright
particular
¿Feminista Ford? Sin duda él se habría reído mucho
de tal etiqueta, así como desdeñaba cualesquiera otras con las que solían
adularle. Sin embargo, no es aventurado definir su última película, Siete
Mujeres,
como una obra feminista.
Bien pensado, Ford había elaborado en su extensa
filmografía un buen número de retratos de mujeres fuertes e independientes (las
madres de Las uvas de la ira y Qué verde era mi valle, la Maureen O’Hara de El
hombre tranquilo
y The Wings of Eagles o la Clementine Carter de My Darling Clementine, alguien que es capaz
de atravesar todo el oeste, “de pueblo minero a pueblo minero, de pueblo
ganadero a pueblo ganadero”, en busca de Doc Holiday, y tantas otras más).
El comienzo de Siete Mujeres sigue un habitual patrón fordiano: el
protagonista llega a un lugar donde resolverá un conflicto, bien a su pesar (My
Darling Clementine),
gozosamente (El joven Lincoln), o provocará desastres (El hombre que mató
a Liberty Valance).
Aquí la doctora Cartwright (Anne Bancroft: espléndida) llegará para quedarse,
pero a diferencia del Sean Thorton de El hombre tranquilo, no para llevar una
existencia feliz, sino para sacrificarse y, a la postre, poner fin a su vida.
La escena es ejemplar. Destaca el momento previo
en el que Emma (Sue Lyon) y los niños chinos cantan “Yes, Jesus loves me”,
tonada que los críos no entienden en absoluto, y acto seguido aparece la
protagonista en forma de figura cristológica: montada en una mula a su llegada
a Jerusalén. Pero no se la recibe con alborozo. La recepción es glacial y se
subraya el hecho de que “es una mujer”. Sin embargo, Ford, en unas pocas
pinceladas, muestra la determinación, dureza de carácter (y hasta arrogancia)
de la doctora Cartwright.
Su enfrentamiento con la directora de la misión
(Agatha Andrews: Margaret Leighton) es uno de los ejes del film. En parte
gracias al guión, en parte a la soberbia interpretación de la actriz, la
señorita Andrews está lejos de ser una villana unidimensional. La hemos visto en
una escena previa, cuando a duras penas logra contener la atracción que
experimenta por la joven Emma:
Y es con la doctora Cartwright con quien Andrews
va a sincerarse. Muy hábilmente, Ford invierte los papeles en la escena: es la
misionera quien se confiesa con la atea y descreída doctora. La locura final
del personaje (tilda a Cartwright de “Puta de Babilonia”) no se debe tanto a un
deseo sexual insatisfecho ni a que su mundo (la misión) se hayan derrumbado. Ha
acabado por entender que toda su vida ha sido inútil, que ha sido una farisea
que ha visto en el espejo una figura realmente evangélica (la doctora) e,
incapaz de soportarlo, se refugia en la demencia.
Tras varios días sin descansar debido a la
epidemia de cólera, Cartwright llega borracha a la ritual cena de las
misioneras. Y ella también se confiesa: recalca lo duro que es para una mujer
hallar un trabajo decente de médico, cómo ella también ha fracasado en su vida
amorosa... pero no se arrepiente de nada. Si para Andrews el sentido de la vida
es salvar almas, el de la doctora es salvar vidas. Andrews fracasará donde
Cartwright triunfa.
Pero las otras mujeres han entendido por fin
cuál era el propósito, que hasta entonces no habían cumplido, de su misión
religiosa. Así, el maravilloso momento de la despedida entre la doctora y la
que fue “la mano derecha” de Andrews, la al principio pacata señorita Dunnock
(Jane Argent):
Y al final, Cartwright se sacrificará por todas
ellas. Pero es demasiado fuerte y corajuda para convertirse en la concubina de
un violento bandolero chino. Ford sigue la lógica del carácter del personaje y
nos ofrece uno de los finales más bellos y tristes de toda su obra:
Nota Bene: Si han llegado hasta aquí,
nuestros amables lectores habrán advertido que algunos fragmentos están en V.
O. y otros doblados. No se trata de un gazapo: queríamos que los lectores
entendieran bien ciertos diálogos. Ya saben lo que escribió Joyce: “Adiós,
obrilla mía: ¡saluda al mundo!/Te escribí, aunque me pesa,/en la triste y
acerba lengua inglesa.”
Oh, querido Dr Snoid, estoy sobrepasada por esta dedicatoria, qué gran regalo, muchísimas gracias. Sobre todo por otorgarme-inmerecidamente, claro- el título de Dra Cartwright particular!!!! Guau, qué personaje, y yo sin haber visto la película.
ResponderEliminarMe flagelo y confieso (creo q ya lo habré dicho) q no soy de WEsterns (sí, lo sé, terrible). Con los anios y las conversaciones por fin me he enterado q hay mucho más en las pelis de vaqueros q tiros, pero mi introducción a ellas (supongo q en aquellas "Sesión de tarde" de los sábados) no fue exitosa, y a partir de ahí, las he evitado.
Pero esta... (bueno, qué género es esta?!), esta la quiero ver!! Alucinada con q aparezca en pantalla esas inclinaciones lésbicas y, madre mía, Anne Bancroft. Cuántos anios tenía aquí? Pq siempre recuerdo q en "El graduado", cuando hacía de "madura" tenía... 33!!! (arghhhh). Esto nos pone a nosotros ya en la senectud sin dudas.
Todas las escenas tienen su allá (de dónde las has sacado, en VO, dobladas! qué mina!)... la última como dices es muy fuerte y pasa como en Casablanca, q aunque nos has dicho q se sacrifica, hasta en ultimo segundo estás esperando q no beba, q no se suba en ese avión... :)
UNa vez más, gracias por introducirnos esta peli...
Muxus
di
Sweet Di,
EliminarNo sea boba, que usted se lo merece todo. Además, usted no cura el cólera, sino que atiende solícita a los pacientes de Bedlam, algo mucho más horroroso.
La peli no era fácil de conseguir hasta hace poco. La Metro no tuvo nunca gran interés por distribuirla. La crítica en su día la ignoró o la tachó de "senil". Yo tenía una copia infame en VHS que mangué en un videoclub. Hace poco salió en DVD en una colección titulada... ¡"Esenciales de El Corte Inglés!".
Bancroft tenía 29 en esta peli -El papel iba a ser para Patricia Neal, pero a la pobre le dio un derrame cerebral al poco de empezar el rodaje...
Ya sabes: a verla.
Besos,
Snoid
Lovely Sr Snoid
EliminarTiene razón, la hermana mala de Di intenta manejar a los coléricos, no a los enfermos de cólera. Bueno, ni eso pq los temperamentos clásicos (mi favorito el colérico, tal vez el sanguíneo) ya no se llevan.
Lo de "Esenciales ECI" me lo guardo en favoritos, porque quién sabe en qué momento lo podré usar contra usted. Se da cuenta de la imprudencia?
Wiki me tranquiliza: Patricia Neal vivió muchos años y a Bancroft aún le quedaban 4 para Mrs-Robinson-está-usted-tratando-de-seducirme (ale, ya se me ha pegado la canción).
Quede traqnuilo q cuando vuelva a Vetusta, allá por fin de año, me pasare por el ECI a hacerme con la cinta...:)
Póngame usted a los pies de su sra
love
di
La peli no es un western. Está ambientada en una misión cristiana en China, si mal no recuerdo. Es más bien un estudio psicológico genial de una serie de personajes. La música es espléndida, Ford está en plena forma, las actrices lo bordan (todas, incluida Sue Lyon), la peli no es muy larga... Para mí es de las mejores de Ford.
ResponderEliminarSí, sí, Francisco, no es un western pero cuando entra Bancroft.. va de vaquera!!!
ResponderEliminarA mi la última escena me ha recordado (tal vez injustificadamente) a aquella peli de Park Chan-wook de 2016, "The handmaiden"... la habéis visto? Aún estoy en shock! La escena del dendal!!!! arghhh
muxus
di