lunes, 22 de enero de 2018

EL DOBLAJE (I)


 
por el señor Snoid


En efecto, amigos: lo español vuelve a estar de moda. Entre nuestra espectacular recuperación económica (para bancos y grandes empresas), lo que los medios de comunicación llaman el desafío independentista y aquellos que rigen los destinos de España (todos ellos empeñados en destruirla), no gozábamos de un momento semejante desde, por lo menos, la Armada Invencible. Y para celebrarlo como españoles de bien, ¿qué mejor sino hablar de algo tan español como el doblaje?

El doblaje es algo que nos ha acompañado toda la vida. Amigos y conocidos nuestros, todos ellos lingüistas vocacionales, aseguran que es la causa principal del horrendo inglés que hablan los españoles. Y dado que España e Italia son los países donde más salvajemente se dobla, y que españoles e italianos hablan el inglés más penoso de la Europa occidental, han sumado dos más dos y han llegado a esta terrorífica conclusión. Nosotros no lo tenemos tan claro. Este siervo suyo, que durante varios quinquenios ha dado clase de inglés a los hijos de la señora Snoid, curso tras curso se encontraba con una férrea realidad: unas pocas palabrejas nuevas, un par de verbos con preposición y ¡el presente continuo! (una obsesión para los profesores de inglés). Dado que, según aseguran, la “inmersión” en la lengua inglesa comienza a los tres años sería de esperar que quince años después los escolares hablaran el inglés como Laurence Olivier. Pues no. Con suerte, a los trece añitos les empezarán a explicar cómo se hace una frase en subjuntivo (más un refuerzo del presente continuo), pero seguirán sin poder chapurrear una oración simple. Así que el sistema educativo nacional algo tendrá que ver. Por suerte, hoy en día, gracias a gentes como ese texano antipático, Vaughan (que jamás dice que es de Texas), parece que la cosa ha mejorado un poquitín.

Hay que admitir, sin embargo, que el doblaje provoca fenómenos extraños. Nosotros, por ejemplo, preferimos la versión doblada de Vertigo a verla en inglés. ¿La razón? Pues que en nuestra lejana juventud la vimos en el cine una docena de veces en versión doblada y se nos quedó grabada la copla. Y por una razón más esotérica. Vean este breve momento en versión original:
 
 
Y ahora a versión doblada:

 
Ese extraño suspiro que desliza Madeleine/Judy no aparece en la película original, sino que es algo que se grabó en la versión hispana. Suspiro o quejido que añade una gota más de misterio a una escena bellísima plena de onirismo...

Sin embargo, cierto es que el doblaje, en la mayoría de los casos, es una aberración. Aberración que da lugar en ocasiones a momentos divertidísimos. Por ejemplo, cuando en la versión inglesa de una película se habla en español. Esto ocurría con frecuencia en los westerns. La solución era que todo el mundo hablara en español, que algún personaje estuviera sordo y que hubiera que repetirle el diálogo o unas inevitables redundancias. Así nos perdimos irremediablemente a John Wayne hablando en español en Centauros del desierto:

 
Y así lo solucionaron:

 
Algo que no canta demasiado. Lo que sí resulta notablemente forzado es cuando los indios hablan en indio. O cuando un indio no habla en indio, como en Fort Apache:

 
No es que Ford fuera un indocumentado. La mayoría de los apaches hablaba castellano porque llevaban siglos relacionándose con españoles primero y mexicanos después por medio de la rapiña, la violación, el rapto y, a veces, hasta el comercio. Es lo que se llama lenguas de contacto. Así que tiene todo el sentido que Cochise hable en castellano y le traduzca el sargento Beaufort (Pedro Armendáriz), de madre mexicana.

 Lo interesante es cómo se solucionó este peliagudo problema para traductores y adaptadores. Sencillo: 

 
Pues que el indio hable en indio y el militar también. Pero no acaba aquí la cosa. En la algarabía que hablan Cochise y Beaufort hemos detectado auténticas palabras apaches. Se lo explicamos; no crean que nos tiramos el moco ni que nos hacemos los listos: desde niños, siempre tuvimos un terror cerval a que nos capturara una partida de apaches, y, en previsión, aprendimos unas cuantas palabras básicas para que nos adoptaran en vez de torturarnos o esclavizarnos; lo más trillado, vamos: chàà (amigo), ahò (agua), natan (guerrero), pinda-liquoyi (ojos blancos: hombre blanco), perro (chinéé) y esas cosas. Pero, ¿cómo es posible que alguna de estas palabras se deslizara en la versión hispana? ¿Tendría a mano el traductor un Tesauro Español-Apache? Un misterio tan grande como el “¡Ah!” que exhala Kim Novak en Vertigo...

Otro asunto relacionado con el doblaje es la traducción, y de aquí, el purismo. Hordas de lingüistas (profesionales) enloquecidos nos advierten del peligro del inglés y su penetración a través de pelis y series. Hay que reconocer que en el caso de los calcos algo de razón tienen; por ejemplo, los más habituales: Forget it (Olvídalo), Give me a break (Dame un respiro), Bastard (Bastardo), Sure (Seguro), You are pathetic (Eres patético), Leave me alone (Déjame sola) y mil más. Pero como nosotros pensamos que nadie habla como en las pelis, dobladas y sin doblar, la verdad es que no nos ponemos tan histéricos, aunque reconozcamos que se nos erizan los cabellos cuando oímos cosas como resetear o implementar.

Sin embargo estos lingüistas, aquejados de un purismo insoportable, achacan a estas traducciones no sólo sus deficiencias, sino que hablan de unos curiosísimos hechos lingüísticos dignos de un episodio de Expediente X: así, los traductores de productos audiovisuales, según estos lingüistas, sufren de El Síndrome léxico de Estocolmo, La palimpsestuosidad fortuita y el Síndrome del preso de palabras. Todos estos majaderos sintagmas que esconden majaderos conceptos son reales: nosotros nos hemos molestado en leer artículos sobre el tema. Y hemos llegado a la siguiente conclusión: hay gente que, por un proyecto de investigación subvencionado, vendería a su madre en un burdel de Damasco. Y luego hablan de la espantosa corrupción del partido que nos gobierna...

El caso inverso es cuando el purismo se halla en el original. Un ilustrativo ejemplo lo encontramos en Valor de ley (True Grit, Henry Hathaway, 1969), pues muy hábilmente la guionista Marguerite Roberts no alteró demasiado los diálogos del original literario de Charles Portis, y los personajes de la película hablan con un notable —e ingenioso— aire añejo:

 
Se comprende que sea difícil traducir ese “Fill your hands, you son of a bitch!” con que Wayne da por terminada la conversación con Ned Pepper (Robert Duvall). Al pobre traductor le queda poco más que un soso “¡Desenfunda1” o alguna originalidad similar...

A la inversa, en los años cincuenta, la “Edad de oro del doblaje en España”, nos encontramos con auténticas maravillas. Un buen ejemplo es el bizarro (pero lleno de magnetismo) western de William Wyler Horizontes de grandeza (The Big Country, 1958). Aquí sí que los traductores echaban el resto:

  





“Defender su fuero”, “El agravio del que fui víctima”... les aseguramos que, en el original, Gregory Peck no emplea un lenguaje tan florido. Aunque la palma en este film se la lleva Burl Ives (en cierto momento le dice a su hijo, el impresentable de Chuck Connors: “¿Tendrás, por ventura, alguna gracia que desconozco?”). Vean a Burl en un momento de monológico esplendor:


 


8 comentarios:

  1. Pues fíjate que, para mí, lo peor del doblaje es hasta qué punto se come en algunos casos la banda sonora, entendida en sentido estricto...

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    1. Pues sí. Y esos doblajes televisivos que hacían antes no sólo se la comía: ¡se la devoraba entera! La sustitución de la banda sonora original por los efectos de la cacerola y la botella de Anís del mono que tenían en el estudio de grabación era algo grandioso. Por no hablar de la música: yo he llegado a ver "Colorado Territory" de Walsh con la "Sinfonía incompleta" acompañando fielmente las imágenes...

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  2. Interesantísimo artículo, Sr. Snoid. Es muy curioso todo lo que comentas. Nunca me lo había planteado. Me hace especial gracia lo de Fort Apache: es tal el lío que me recuerda al clásico juego de fuego de campamento (todos sentados en círculo y, al oído, el que empieza le dice al que, por ejemplo tiene a su derecha, una frase; éste, a su vez, se la comunica al que tiene a su derecha y así sucesivamente hasta que el mensaje vuelve al primero que lo emitió, el cual, entonces, canta en voz alta el mensaje origial y el que, siempre bastardeado, le devolvieron).

    Por cierto, el «extraño suspiro que desliza Madeleine/Judy» sí aparece en la película original. Es más: es una contaminación del audio en inglés. Ocurre que del “Knowing I have to die...” borraron todo menos «die» que, al colarse en la pista en castellano, suena, efectivamente como un inquietante y quejumbroso “ay”.

    A mí el doblaje nunca me gusta. Aunque mejore la película no me gusta. Es una falsificación. Imaginemos, qué sé yo, que a una restauradora le diese por mejorar las obras que interviene. Mal. Fatal. Pero si encima te sale un Ecce Homo ya ni hablamos.

    Se podría argumentar que, en el caso del cine, si el director controla, directamente o de forma delegada, el doblaje, dejaría de ser falsificación. Era, si no me eqivoco, lo que hacía Stanley Kubrick. Pero con Carlos Saura en El resplandor no se qué pasó que lo más terrorífico (por malo) es el doblaje.

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    1. Querido Lux, gracias por tus elogios y comentarios. Pero... ¡qué oído tienes, perillán! El que se colara en el doblaje la palabra "die" precisamente en ese momento de "Vertigo", y teniendo en cuenta lo que va a venir después, es otra consecuencia/casualidad de esa extraña conjunción cósmica que nos afecta últimamente...

      Respecto a lo de Kubrick, sí, es posible que si el autor dominara el lenguaje en que se va a doblar su obra el resultado sería, cuando menos, curioso. Me temo que no era el caso de Kubrick. El hombre podría ser un genio, maestro internacional de ajedrez, gran fotógrafo, etc., etc., pero me temo que en cuanto a la cuestión del oído no era tan genial. A mí la música "clásica" que coloca en sus pelis me parece realmente mal elegida. El épico momento del señor disfrazado de primate que descubre el empleo del hueso como porra con Strauss de fondo me resulta muy jocoso; Händel en "Barry Lyndon", irritante. El hombre, en realidad, encargaba sus doblajes a directores "de calidad" (Saura, Mario Camus). Pero el doblaje no es sólo tremendo en "El resplandor", con Scatman Crothers con la voz del locutor de los anuncios de Pescanova ("Y vean nuestra magnífica nevera repleta de solomillos"); también los doblajes de "Barry Lyndon", "Paths of Glory" y la soporífera "Eyes Wide Shut" son espeluznantes...

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    2. La conjunción cósmica, Sr. Snoid, es absolutamente incuestionable, pero, a decir verdad, de lo del “die” me di cuenta de pura chiripa. Eso sí, al descubrirlo, me entró una alegría enorme y, a la par, miedecito por si, teniente como pelín estoy, todo eran tonterías mías para, como siempre, quedar bien ante los que admiro.

      ¿«El doblaje (II)» cuándo?

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    3. No, no, creo que tienes toda la razón. Y mira que me fastidia un poco, porque yo ansiaba una explicación más compleja (o ya directamente esotérica).

      El doblaje II. He comprobado que en la videoteca del monasterio hay muy pocas pelis de la II guerra mundial, de esas en las que salen las huestes germanas gritando "Schnell!, Schnell!" para a continuación pasar a hablar en un excelente inglés o en un más que excelente castellano... Así que, como primero estaba programada una entrada sobre un libro (¡un libro!) para esta semana, imagino que las estupideces que me estoy descargando (entre ellas, "Counterpoint"; Charlton Heston dirige una orquesta sinfónica; Maximilian Schell (no Schnell) es un general nazi melómano; la batalla de las Ardenas y los hombres del SS Oberst Otto Skorzeny sembrando la confusión) calculo que un par de semanas...

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  3. Interesante entrada. Y muy gracioso lo del (falso) suspiro de Judy. He de reconocer mi preferencia por las películas en versión original. A menos que dicho original sea coreano o similar, es decir, un idioma del que me cuesta hasta distinguir las inflexiones; si es así, casi que me inclino por un doblaje bien hecho. Sobre los doblajes de películas de la Segunda Guerra Mundial, ¿tanto cuesta conseguir un doblador capaz de pronunciar las pocas palabras alemanas que le toca decir con un acento que suene siquiera remotamente germano? Pues eso, quedo a la espera de la segunda entrega de este tema tan ameno.

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  4. Muy agradecidos, Elena Rius. Nosotros preferimos la V. O. casi sin excepciones (salvo ciertas películas que vimos repetidamente desde la infancia y que nos resultaron "extrañas" cuando pudimos verlas en su idioma original). En cuanto al cine coreano, malayo, japonés y demás, creemos que es mejor verlas en V. O., pues los doblajes de cinematografías que no sean la norteamericana suelen ser espantosos. Respecto al cine bélico con nazis, ya hemos seleccionado para la segunda entrega unos hermosos ejemplos donde todo alemán con diálogo habla maravillosamente el inglés o el castellano... Mientras de fondo se escucha a los extras proferir "Achtung! Schnell, Schnell! Rückzug! Komm hier, Herr Oberst!" y demás...

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