La página del señor Snoid
Estrenos de ocasión: “Comanchería” (Hell or High Water, David Mackenzie, 2016)
No es país para hipotecados
Cuando uno sale de ver Comanchería, llega a varias conclusiones. La
primera es que es una película notable (inmediatamente nos pondremos a explicar
el por qué); la segunda es que el oeste de Texas es uno de los lugares más
inmundos de la tierra: pueblos asquerosos, paisaje árido, ciudadanos de a pie
que portan armas (y las usan) y unas tabernas y restaurantes que hacen de un
Burger King algo así como un templo de la gastronomía más refinada.
En realidad, Comanchería es una puesta al día de la vieja
historia de los hermanos James. Dos hermanos, uno ligeramente chiflado y
tarambana, delincuente profesional pero en el fondo con un corazón de oro
(Tanner: Ben Foster), y el otro, Toby (Chris Pine), inteligente, prudente y
reflexivo, deciden atracar bancos. Pero no por avaricia, sino para ejecutar una
peculiar y astuta venganza. Igualito que cuando tras la guerra de secesión Jesse
y Frank James se hicieron bandoleros (según la leyenda más extendida) porque el
ferrocarril propiedad de los potentados del norte expropió la granja familiar.
Y como en el caso de los James, el último golpe, el definitivo antes de
retirarse, acabará fatal. Sin embargo, la adaptación de este viejo relato,
tantas veces llevado a la pantalla, es sumamente brillante, merced al excelente
guión de Taylor Sheridan, bastante superior a la un tanto plana dirección de
David Mackenzie, quien para nuestro gusto aproxima la cámara a sus personajes
en demasía: es decir, que hay escasas muestras de brillantez visual a excepción
de unas pocas secuencias bastante bien planteadas y rodadas.
Tanner desplumando a unos pobres comanches
Títulos imaginativos
El título original del film es Hell or High Water (que podría traducirse a lo castizo
como “contra viento y marea”, “a pesar de los pesares” o “llueva o truene”).
No sabemos si es un homenaje a una de las peores películas de Sam Fuller (Hell
and High Water),
que, sin embargo es la favorita de las de Sam de Steven Spielberg (¡Este
muchacho!). Y sin embargo, el título español no es desacertado: transcurre en
esa parte de Texas donde solían invernar los comanches (y cazar, asaltar
granjas, cortar cabelleras y violar a esposas e hijas de colonos) y el film
hace referencia a estos antiguos habitantes temporales de Texas: una en la
excelente escena del casino de Oklahoma, donde Tanner tiene un amago de
enfrentamiento con un comanche, y las demás en las reflexiones del ranger medio mexicano medio comanche que
encarna con brillantez Gil Birmingham.
Y es que en ocasiones, los distribuidores españoles
acertaban con el cambio radical de los títulos originales. Piensen en The
Searchers frente a Centauros
del desierto.
También es cierto que, en la mayoría de los casos, su imaginación desbocada
provocaba resultados hilarantes (North by Northwest: Con la muerte en los talones; o una de nuestras preferidas: Ruby
Gentry/Pasión
bajo la niebla).
Cuarteto
Comanchería plantea también el enfrentamiento de dos parejas: la
formada por los dos hermanos atracadores y los dos rangers que les persiguen: el agente
cercano a la jubilación Marcus Hamilton (Jeff Bridges) y Alberto (el mencionado
Gil Birmingham). Y ese enfrentamiento está plagado de humor, sobre todo gracias
a la relación de los dos agentes: Marcus pincha continuamente a su compañero
mestizo sobre sus orígenes étnicos (aunque ello no nos impide apreciar que
adora a su joven compañero) y Alberto no tiene más remedio que, en ocasiones,
adoptar el papel de aborigen que detesta al anglosajón dominante. Memorable es
la escena en el motel (cochambroso, claro) en la que ambos ven la tele antes de
dormir: Hamilton reprocha a Alberto que vea el programa de un telepredicador
(“Soy católico”, dice él. Hamilton: “Mejor te iría dando saltos alrededor de
una hoguera”). Cambian de canal, Hamilton se pone a ver un resumen de fútbol
americano y Alberto se recuesta en la cama: “No te duermas. Para solaz de tu
parte medio mexicana ahora pondrán las ligas de fútbol europeo”).
La parte dramática (que no carece de cierta comicidad) queda
reservada a los hermanos atracadores, sobre todo la que recae en Toby,
divorciado y padre de dos críos (espléndida es la escena en la que él y su hijo
mayor hablan en el patio de la casa de su exmujer). No es una sorpresa que
Bridges y Foster estén muy bien en sus papeles, pero la interpretación de Chris
Pine (a quien sólo habíamos visto en la birriosa saga Star Trek de J. J. Abrams) es digna de todos
los elogios.
Marcus relajándose en el porche
como un Moss Harper cualquiera
¿Crepuscular o posmoderno?
La verdad es que nosotros aborrecemos estas etiquetas. Baste
decir que Comanchería es un western brillante que, con cuentagotas, nos retrotrae a momentos
del cine del oeste clásico. Así, la breve escena en la que un incendio obliga a
unos vaqueros a desviarse de su camino y conducir su ganado hacia el río. O la
escena de la huida de Tanner, probablemente inspirada en el film de Raoul Walsh
High Sierra (por
fortuna, sin perro). Pero sin duda uno de los momentos más brillantes es la
escena final, que desafía y contradice todas las expectativas del espectador:
el enfrentamiento entre Marcus Hamilton y Toby, que no llega a resolverse de la
manera esperada y deja un espléndido final abierto. Toby: “Tengo una casa en el
pueblo. Puede pasarse por allí cuando quiera y acabaremos esta conversación”;
“Lo haré”, responde Hamilton. Y el viejo ranger se aleja renqueante...
Marcus y Alberto:
dos rangers nada comunes
Toby y Tanner: dos
ladrones poco habituales
En resumen, un western muy brillante (posiblemente el mejor
que hemos visto desde el remake de 3:10 to Yuma, que, aunque les pese a los puristas, era muy superior al
original de Delmer Daves). Lástima que el género siga agonizando: en la sala
donde la vimos, la media de edad, a ojo de buen cubero, estaba en torno a los
70 años. Y nos tememos que el canal preferido de la mayoría del público
asistente debía ser 13tv...
La población de
Texas no duda en ayudar a los agentes de la ley a la hora de exterminar
criminales
He vist la pel·lícula i m'ha agradat molt.
ResponderEliminar1) Una excel·lent pel·lícula sobre la crisi econòmica. O, millor dit, sobre la gran estafa que és el sistema capitalista. Una realitat que ja van tenir clara els germans James i que ara reafirmen els germans Tanner. Com a bons nord-americans, individualistes de mena, van tractar de resoldre el problema pel seu compte...
2) Un gran guió, ple de diàlegs memorables i també de referències polítiques i racials. Però també una història rodona, molt literària (com anem coneixent el pla mestre dels germans; la saviesa del personatge de Brigdes) i feta per a pensar... Jo no li demanaria res més al director. Algunes seqüències les resol amb molta elegància: el pla-seqüència de l'inici, etc; d'altres no es nota gaire la seua mà, i això és d'agrair...
3) Excel·lents actors i excel·lent banda sonora.
Los James eran en realidad unos cabrones. Jesse se disfrazaba de mujer, atraía soldados de la unión a una tienda y Frank los mataba; en otra ocasión asaltaron un tren de soldados heridos e hicieron una masacre para desvalijar a esos pobres... Claro que Tyrone Power y Henry Fonda, o Robert Wagner y Jeffrey Hunter son mucho más adorables. Aunque en la de Nicholas ray se deja entrever que Jesse no era trigo limpio. En la de Fuller, I shot Jesse James, es un auténtico miserable.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo en casi todo: pero creo que el guión es superior a la labor del director. No sé, me dio la impresión de que se podía haber sacado más partido a un libreto tan bueno...