viernes, 16 de diciembre de 2016

El timo de las 3D



La página del señor Snoid

El timo de las 3D


 Algunas películas en 3D poseen una calidad excepcional


Vaya por delante que nosotros jamás hemos visto una peli en 3D. “Pero, ¿cómo es posible que estos mentecatos tengan la desfachatez de hablar de algo que desconocen?”, se preguntarán ustedes. En esto hemos de darles la razón. Todo lo que viene es fruto de un experimento: si hay tantos profesores de literatura de secundaria que sólo leen novelas del Pérez-Reverte o del Marías acompañadas de un lexatín, y profesores universitarios de Historia del teatro áureo que jamás van al teatro y como mucho, como mucho, han ido en peregrinación a ese Corral de comedias de segunda división que hay en Almagro, ¿por qué no hacer lo mismo, al menos una vez?

Y eso que nos hemos tragado pelis en todos los formatos habidos y por haber: pelis en VistaVision transformadas en formato 1.33:1, films en falso cinerama (pantalla ancha, un proyector y las dos franjas bien visibles para proporcionar la adecuada sensación de mareo: nunca olvidaremos La conquista del Oeste), en falso Cinemascope, en Sensurround (en el cine de nuestro pueblo se limitaban a subir el volumen: qué impactante fue La batalla de Midway; la de Charlton Heston, no la de Ford), la película pasada a más de 24f/s en doble sesión (para que la peli fuera más breve y así el exhibidor pudiera hacer dos dobles sesiones, pese a que la voz de John Wayne sonara un tanto aflautada) y cosas más radicales como el film en Odorama Polyester, donde tenías que rascar un disco con colorines que te daban con la entrada: el rojo, olor a caca de perro, el azul, calcetines sucios (y sudados), etc. Incluso una vez vimos un documental de ballenas en un cine IMAX, que más que sumergirnos en las profundidades oceánicas nos sumergió en un profundo sopor. Vean qué curtidos estamos. En cierta ocasión incluso vimos en un cine de estreno una peli rodada en Panavision y proyectada en 1.33: 1. El proyeccionista debía estar liándose la tagarnina o echándose la siesta.


Este plano gana una barbaridad en 3D
 
A pesar de que se presentara últimamente como “novedad”, el cine en 3D lleva mucho tiempo entre nosotros. De hecho, como toda gran innovación técnica (el sonido, el color, la pantalla ancha, etc.), se ideó antes de ponerse en práctica y se puso en práctica mucho antes de lo que ustedes creen. La primera patente de la película en 3D es de 1899, obra de William Friese-Green, y la primera proyección del invento tuvo lugar en Nueva York en 1915. Se proyectaron un mediometraje co-dirigido por Edwin S. Porter, Jim The Penman, y un documental sobre las cataratas del Niágara que provocaron tales mareos y dolores de cabeza al respetable que las 3D se dejaron para mejor ocasión. 


Exigimos desde aquí la inmediata reposición de este hito del cine patrio. O si no, un pase en “La noche del cine español”

 
Megaestructuras nazis

Ustedes saben que todo cacharro recién inventado tiene que ser primero investigado, probado y aprovechado por instituciones tales como el Pentágono, el Mossad o la Abwerh. Luego se decide si les sirve o no; en caso negativo, se puede comercializar como juguete para la plebe, o como mecanismo de control. Desde el LSD hasta Internet esto ha sido así y lo seguirá siendo. No es de extrañar, pues, que el Dr. Goebbels, ministro de información del III Reich, manifestara un gran interés por el cine en 3D. Pensaba Joseph que un Triunfo de la voluntad o una Olimpiada habrían sido espectáculos majestuosos (aún más majestuosos) con el añadido del color y las 3D. Las primeras pelis nazis en 3D son de 1936 y resultan bastante banales: sale lo típico alemán: una wurst achicharrándose en una barbacoa y unas jovencitas nazis haciendo deporte. Esto no desanimó a Goebbels, quien en 1944, cuando estaban perdiendo la guerra a lo grande, como todo lo que hacían los nazis, exigió (y obtuvo) el desvío de varias divisiones para rodar una épica batalla que los alemanes habían ganado a los británicos en Noruega cuatro años atrás. Gracias al descifrado de la popular máquina Enigma, los británicos se enteraron y le comunicaron a Goebbels su propósito de intervenir con hombres y maquinaria en el remake, pero que esta vez el resultado sería un poco distinto. Desalentado, el ministro se decidió entonces por la superproducción Kolberg, épica historia de la resistencia de la ciudad frente al invasor napoleónico. Durante el rodaje, los rusos arrasaron la Kolberg real, y la peli se estrenó en la fortaleza de La Rochelle en febrero de 1945, pues en Berlín no quedaban ni cines ni butacas ni proyeccionistas. Y es que la pasión por el cine puede llegar a extremos aberrantes incluso para un nazi.


La juventud aria disfruta con las pelis 3D del Doctor Goebbels

 
Innovaciones y rectificaciones

Cuando el eminente cineasta soviético Eisenstein se hallaba en 1929 en Hollywood bajo contrato con la Paramount, le enseñaron las primeras pruebas del Cinemascope que el estudio pretendía lanzar. El comentario de Sergei Mijailovich fue devastador: “Si el arte occidental ha optado casi siempre por establecer claramente un arriba y un abajo (el más allá y la vida terrenal) no veo yo que esta pantalla ancha tenga mucho sentido”. Proféticas palabras. Sin embargo, los soviéticos también estaban intrigados por esto de las 3D y, casi al mismo tiempo que los nazis, crearon el Stereokino, lanzándolo con una versión de Robinson Crusoe, que a decir de las crónicas soviéticas era una maravilla: “Los espectadores tenían la sensación de estar ellos mismos en medio de la selva, entre pájaros y monos salvajes que les rozaban la cabeza” escribía el crítico de Pravda. Desafortunadamente, se estrenó en 1941, y ya sabemos que ese año los alemanes decidieron que el pacto de no-agresión no era más que papel mojado. Del Stereokino nunca más se supo...

Hasta que a principios de los 50 los norteamericanos se decidieron a hacer un puñado de pelis en 3D por si sonaba la flauta. Tampoco es que se esforzaran mucho: eran films de bajo presupuesto, de aventuras y de terror que sin duda hubieran recuperado sus costes sin muchos problemas: Los crímenes del museo de cera, La mujer y el monstruo o El hijo de Sinbad. Curiosas excepciones fueron el musical Kiss me Kate y el film de Hitchcock Crimen perfecto (por aquello de las tijeras y porque Sir Alfred nunca se negaba a probar una nadería técnica). No obstante, los casos de neuralgia entre el público persistieron.

No es una megaestructura nazi. Es un boceto de 1930 del arquitecto español Casto Fernández Shaw para un cine del futuro con tres pantallas gigantes: un drive-in para ver la peli desde su coche, su avión o su autogiro


Primera peli en 3D totalmente racista

 
Así, las 3D se refugiaron en el ghetto de las pelis de terror de bajo presupuesto con unos resultados técnicos más bien defectuosos. En tiempos recientes, sin embargo, y con la excusa de las escasas recaudaciones, el bajón en la asistencia a los cines, la piratería (siempre la piratería), la guerra contra el terrorismo y un montón de sandeces más, los gringos decidieron que la gente estaba ya madura para nuevas experiencias 3D.

Los pitufos en 3D

Desde el estreno de aquel remake de Flecha rota en 2009, Avatar, hasta 2014 aparentemente se han rodado un montón de pelis en 3D. Y decimos aparentemente porque no es oro todo lo que reluce. Así hay un 3D “real”, donde la peli presuntamente se rueda con un par de cámaras simultáneamente, se hace una “fusión” de los negativos, se proyecta con un aparato especial y ha de verse preferentemente con unas gafas LCD (similares al casco de Magneto), no esa birria de plasticurri con filtros azules y rojos. Es obvio que su experiencia en el centro comercial no siempre ha sido así. Y que muchas de esas pelis no se rodaron lenta, cara y penosamente, sino que se les añadió lo del efecto tridimensional en la postproducción: tal es el caso de Capitán América, Pacific Rim, Mad Max, Star Wars Episodio VII y cien más: es lo que se llama “falsa 3D”.

Sin embargo, ahora parece que el furor ha decrecido y con él la producción (o postproducción) de filmes en 3D. ¿Habrá sido una enésima moda pasajera? ¿Volverán a la carga? ¿Será sustituido por el cine holográfico? Apasionantes cuestiones para las que tenemos respuesta y propuesta.

El futuro de las 3D

Hay un género cinematográfico en el que esto de las 3D tendría un éxito apocalíptico: el cine porno. Piensen ustedes en ese tipo de peli que ha reducido su argumento a la nada y que es básicamente acción. Imagínenselo en 3D: chorros de esperma dirigidos al rostro del respetable. Monstruosas erecciones que invaden la totalidad del patio de butacas. Enormes pechos siliconados que amenazan con aplastarle en su asiento. Aunque mucho nos tememos que este tipo de cine, caballo de batalla de feministas y pajeros, ya no se exhibe públicamente y, por tanto, habrá que esperar al advenimiento de la Internet 3D o al perfeccionamiento de la tele 3D...

Sin embargo, sí vemos un gran futuro al cine holográfico a poco que se perfeccione. Piénsenlo: podrán ustedes palpar personas y objetos, tirar de las extensiones de Chewbacca, comprobar cuánto Botox tiene George Clooney alrededor de los ojos, comprobar si lo de Fassbender es auténtico o una prótesis digital, tocar a sus estrellas favoritas, fundirse en un abrazo con Carmen Machi o con Steve Martin... Eso sí, cuando el futuro nos alcance.

Nuestros pícaros abuelos no pudieron disfrutar de la maravilla de las 3D





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