lunes, 3 de junio de 2024

ESTRENOS DE OCASIÓN: "FURIOSA" (Furiosa: A Mad Max Saga, George Miller, 2024)

 

por el señor Snoid

Furiosa tiene un arranque bastante prometedor. La niña Furiosa (excelente Alyla Browne) vive en una especie de comuna hippie en régimen de matriarcado cuando unos degenerados post-apocalipsis la raptan y entregan a su líder Dementus (Chris Hemsworth). Y durante la hora siguiente la película tiene un buen ritmo, algunas soluciones visuales interesantes y las escenas de acción están rodadas y montadas de manera seca y eficaz. Pero a partir de la construcción y posterior ataque al camión blindado (aquel maldito camión blindado), en una escena de pirotecnia que dura un cuarto de hora pero que a nosotros se nos hizo eterna, el film derrapa, cae en picado y no logra retomar el prometedor rumbo inicial: Furiosa se hace tediosa (excepto quizá para los fanáticos del motor, seguidores de Fernando Alonso y las continuas mejoras de su Aston Martin, de todos esos motoristas que cubren de gloria el deporte español y demás artefactos que hacen un estruendo espantoso) y se convierte en un espectáculo parecido a esos Monster Trucks que tanto entusiasman a los gringos.


Furiosa posee varios problemas que el director y co-guionista George Miller no logra solventar. Por una parte, el film tiene una duración excesiva (dos horas y media); el único personaje masculino más o menos decente, el Pretoriano Jack (Tom Burke), aparece cuando la narración se desliza velozmente hacia lo banal y repetitivo. El personaje de Dementus, un líder carismático de la talla de un Trump, un Bolsonaro, una Ayuso o un Netanyahu (su discurso exhortando a los habitantes de la Ciudadela a la rebelión, en plan “Comunismo o Libertad”, “Comunismo o cerveza” o “Gasolina gratis para todos” es uno de los momentos más divertidos del film) termina siendo grotesco en exceso, pero nunca demasiado amenazador. Y, además, demuestra ser un mal gestor —como sus pares antes mencionados: transforma la otrora pujante “Ciudadela del Petróleo” en un caos productivo y financiero: si hubiera tenido dinero público que le sufragara sus derroches...— y la escena final, su enfrentamiento con la Furiosa adulta (AnyaTaylor-Joy) resulta bastante patético (por la horrible interpretación del actor, por su desmesurado metraje y por la cantidad de cháchara intrascendente y bobalicona en un film que, por sus características, exige que el diálogo sea mínimo). Se echa de menos también la presencia de Max Rokatansky (a quien se ve fugazmente en la cima de un risco zampándose una lata de conservas), dado que su sustituto, el mencionado Pretoriano Jack, es un personaje efímero que despierta poco interés. Y el tono del relato deja entrever esa clase de feminismo (impostado) que está en la cabecita creadora de muchos hombres que se han subido alegremente al carro (o al camión, o al coche tuneado, o a moto provista de ametralladora) de los tiempos. Es decir, ese feminismo que se podría resumir en “Las mujeres son capaces de hacer las mismas gilipolleces que los hombres han hecho durante siglos: rebanar pescuezos, desatar guerras, reventarte el cerebro de un balazo o conducir hábilmente un ruidoso trasto de varias toneladas de peso”. Un feminismo un tanto pobre (por no emplear otro adjetivo).

Es inevitable la comparación con la previa Mad Max: Fury Road. Narración mucho más ágil, el CGI se notaba mucho menos y, aunque Max era ya allí un personaje relativamente secundario, la elección de Tom Hardy como Max era muy acertada (gruñía tanto y tan bien como en la serie Taboo). No es que Anya Taylor-Joy haga una interpretación desdeñable, pero quizá la actriz carezca del carisma y de la presencia de Charlize Theron. Y lo cierto es que esta clase de historias no necesitan las prolijas explicaciones que nos proporciona Furiosa (aunque hay detalles interesantes: las mujeres tratadas en la Ciudadela como gallinas ponedoras o como fuente de la deseada “leche materna”; y el momento en que una de ellas da a luz a unos gemelos siameses, provocando la ira de Inmortan Joe y la desesperación de la muchacha, es brillantemente angustioso).

Y no crean que despreciamos el cine de George Miller. El australiano siempre nos ha resultado de lo más simpático. Y varias de sus obras son verdaderamente brillantes. Aunque la trilogía original de Mad Max ha envejecido bastante mal —la primera aún conserva cierta frescura, sin duda por su tono ultraviolento (para la época), la pobreza de la producción (que ayudaba bastante a crear un ambiente cutre y desolador) y su desparpajo narrativo; la segunda, rodada con un presupuesto mucho mayor, resultó ya un poco decepcionante, y la tercera, la de “la cúpula del trueno” era una película con niños y para niños que incluso homenajeaba sin rubor al atroz Spielberg de Indiana Jones y el templo maldito. Sin embargo, Miller fue capaz de realizar el mejor segmento del film The Twilight Zone, hizo la subestimada Las brujas de Eastwick (donde los excesos de Jack Nicholson estaban más que justificados) y dio la campanada con Babe, el cerdito valiente, una maravilla (sí: una maravilla) que contaba con una de las mejores líneas de diálogo del cine infantil: cuando el circunspecto granjero Hoggett alaba al triunfante protagonista: “Bien hecho, cerdo”. Y para la secuela, Miller decidió cambiar por completo de registro con Babe, el cerdito en la ciudad, una película que, de tener que etiquetarla, sólo podríamos adscribirla al género “épico-surrealista”. De hecho, cuando salimos del cine, la hija de la señora Snoid tenía tal rictus de confusión que en vez de haber consumido un refresco y varias chuches a lo largo de la película, más parecía que se hubiera tragado un tripi. Y entre medias, El aceite de la vida (Lorenzo's Oil) es un film notable. Y así como Tres mil años esperándote resultó una pequeña decepción (pese a que el relato era, sobre el papel, sumamente atractivo) es muy posible que una hipotética recuperación del talento de Miller se manifieste en el momento menos esperado. Por tanto, esperamos que el director recupere su buen hacer en la tercera entrega de esta saga. Que muy posiblemente llegará.