miércoles, 5 de agosto de 2015

LA PÁGINA DEL SEÑOR SNOID-ESTRENOS DE OCASIÓN: «LÍO EN BROADWAY» («SHE’S FUNNY THAT WAY», PETER BOGDANOVICH, 2014)


Por el señor Snoid
(http://www.blogger.com/profile/03871000575405204963) 





Asómbrense. Peter Bogdanovich ha realizado su mejor película desde The Last Picture Show (1971). No, no tomamos ningún alucinógeno antes de entrar al cine. De hecho, la señora Snoid y yo atribuimos este inexplicable fenómeno al aire acondicionado, a que sólo había dos personas en la sala y a que nuestras últimas visitas al cinematógrafo habían sido desastrosas. Así que al día siguiente volvimos para comprobar si en los multicines no habrían puesto en el aire algún tipo de virus tóxico, un virus que despertara el regocijo, el buen rollo y la satisfacción. No hubo tal. Lío en Broadway (imaginativo título hispano de She’s Funny that Way) es una comedia espléndida.

Posiblemente muchos verán esta película y sacarán la obvia conclusión de que Bogdanovich ha fagocitado a Woody Allen. Superficialmente, quizá. Hay semejanzas con las antiguas comedias (buenas) de Allen en cuanto a la banda sonora, la interpretación coral, el ambiente neoyorquino teatral (aunque aquí, por fortuna, no sale John Cusack) y el protagonismo de una “puta con buen corazón” (similar a la interpretada por Mira Sorvino en Poderosa Afrodita). Pero hace siglos que Woody no hace una comedia decente –a no ser que a ustedes les gusten esas postales turísticas en movimiento de Roma, París, Barcelona y Londres; de hecho, la mejor película de Allen de los últimos tiempos era prácticamente una tragedia: El sueño de Cassandra. Y no, no nos gustó demasiado Blue Jasmine, por razones que no viene al caso detallar aquí.

Y es que Bogdanovich, desde sus comienzos, se ganó una reputación de vampiro cinéfilo, que, en parte, nos parece injusta: que si copió a Ford en The Last Picture Show (Ford era muy capaz de hacer dramas, pero no algo tan sórdido y carente de sentido del humor), a Hawks con ¿Qué me pasa, doctor? (Hawks jamás habría contratado a Ryan O’Neal y a Barbra Streisand; como bien dijo Howard sobre esta peli, “Un auténtico logro. Porque es una comedia graciosa y ni O’Neal ni Streisand son graciosos en absoluto”) o a cualquier otro de sus ídolos, a los que acosaba sin tregua. No en vano Ford inmediatamente le apodó Peter Question Mark Bogdanovich.


Las gafas, el pañuelo… ¿Llevará botas de montar durante los rodajes?

Más sorprendente resulta que Lío en Broadway sea una comedia tan lograda si consideramos que las anteriores incursiones del director en el género no fueron muy felices que digamos. Porque ni At Long Last Love (1975), ni Todos rieron (menos el público; 1981) o Ilegalmente tuya (1988) son filmes muy brillantes: más bien señalaban la, al parecer, caída en barrena del director.


La prostituta y el astuto detective privado

Es posible que gran parte del éxito de Lío en Broadway se deba a su co-guionista y productora, Louise Stratten, y a la muy compleja vida sentimental de Bogdanovich. Lo explicaremos: como a Peter siempre se le negó –en parte debido a su soberbia cuando era un director en alza– todo mérito en lo que de bueno tenían sus primeros filmes, las alabanzas por El héroe anda suelto y The Last Picture Show recayeron en su mujer de entonces, Polly Platt, brillante diseñadora de producción, productora y guionista en la sombra. Como Peter se lió en Texas con Cybill Shepherd y se separó de Platt, los agoreros ya anunciaron que su decadencia iba a ser fulminante. Y Peter, para por una vez no decepcionar a sus críticos, hizo los deberes con cosas como Daisy Miller y At Long Last Love; una vez separado de Shepherd, Bogdanovich se enrolló con Dorothy Stratten, una conejita del Playboy aspirante a actriz que fue asesinada por su chulo mientras estaba “saliendo” con Peter. ¿Y quién es Louise Stratten? Pues la hermana pequeña de Dorothy y además exmujer de Bogdanovich. Este follón sentimental tiene fuertes ecos autobiográficos en Lío en Broadway. Pero sin  dramatismo alguno. Y nos barruntamos que tampoco Bogdanovich, a diferencia del personaje que interpreta Owen Wilson en la peli, donara 30.000 dólares a cada de una de las putas que contrataba “para que dejaran el oficio y cumplieran sus sueños”. O quizá sí. 


“No desearás al hombre de tu hermana”

Sin embargo, Lío en Broadway no es sólo una brillante comedia de enredo a lo Allen: a nosotros nos recuerda más a las screwball comedies de Preston Sturges (otro de los héroes de Bogdanovich, naturalmente) por su ritmo veloz, el inverosímil pero divertido parentesco y relación de todos los personajes y la abundancia de batacazos, caídas y gags visuales  que se combinan con afortunados chistes verbales. Y hay que decir que todo el reparto está espléndido, aunque nos quedamos con la psiquiatra interpretada por Jennifer Aniston –que trata a su clientela de una manera despótica, malhablada, despreciativa y sin el más mínimo interés por los problemas de sus pacientes: la terapeuta que siempre hemos querido que nos curara– y con Rhys Ifans, quien interpreta a un cínico actor inglés, ese típico intérprete que con sólo enarcar la ceja ya hace que sueltes la carcajada.


¿Nadie le ha dicho a este muchacho que debería separarse de Ben Stiller?

Incluso los habituales guiños cinéfilos que inserta Bogdanovich son acertados. Hay un plano de Owen Wilson tumbado en la cama de su hotel con dos teléfonos y su ordenador portátil marca Apple (el porqué en todas las series y películas siempre hay ordenadores Apple es uno de los grandes misterios de la humanidad); de un plano lejano pasamos, merced a una lentísima aproximación, a un primer plano de Wilson. Exactamente igual que el célebre plano de Rita Hayworth y Everett Sloane en La dama de Shanghai (Orson Welles, 1947: lo han adivinado: otro icono de Bogdanovich). No lo cronometramos, pero casi estamos convencidos de que ambos planos tiene la misma duración. No falta tampoco la aparición del director himself –ciertamente divertida: se le ve en una pantalla de TV en su papel de terapeuta de la terapeuta de Tony en Los Soprano– y la sorpresa final, la aparición del nuevo mentor de la protagonista, puta reconvertida en estrella, es para tirarse por los suelos, además de demostrar que la muchacha carece de prejuicios en cuanto a los hombres. O que tiene un gusto perro, como ustedes prefieran.

Mucho nos tememos que, pese a todo, a Lío en Broadway le ocurra lo mismo que a otra excelente película de otro Peter: Weir y su Camino a la libertad (The Way Back, 2012); es decir, que sea un batacazo económico y crítico. Tanto nos da: nosotros salimos de Lío en Broadway con la sonrisa de oreja a oreja…

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