jueves, 19 de diciembre de 2013

SHAKESPEARE EN TOMBSTONE (SEGUNDA PARTE)

Por Juan Gorostidi
(http://www.blogger.com/profile/04013895064058924486)
 


La segunda escena de My Darling Clementine que vamos a examinar nos introduce en una situación muy diferente con respecto a la anterior. Tras un interludio en el que Earp y Holliday aparecen juntos en un palco del teatro local, el representante anuncia que el actor principal, Neville Thorndyke (Alan Mowbray), ha desaparecido. Ante el motín que provoca el público, Earp calma a la muchedumbre con la promesa de que traerá al actor de vuelta al escenario. Este ha sido “secuestrado” por los hermanos Clanton, y se halla encaramado sobre una mesa en un tabernucho. Los Clanton le jalean para que les entretenga con sus habilidades, y el actor expresa que “Tengo un extenso repertorio, señor”/I have a very large repertoire, sir (1). 

1
En ese momento Earp y Holliday van a entrar para rescatar al actor, pero en la puerta, Holliday muestra curiosidad: “Espere, quiero oír eso”/Wait, I wanna hear this (2). 

2
Thorndyke da comienzo al célebre monólogo de Hamlet, y, al poco de oírse “…en soportar los dardos de la adversa fortuna o en tomar las armas contra un piélago de calamidades”/…to suffer the slings and arrows of outrageous fortune or to take arms against a sea of troubles, vemos al doctor y el comisario situarse en primera fila, con Holliday en primer término del encuadre (3-4). 

3
4
La recitación se ve interrumpida por el mayor de los Clanton, que expresa su desagrado por lo que Thorndyke les está ofreciendo: “¿No sabes cantar?”/You can’t sing! (5), pero es detenido por Holliday, quien, fuera de campo, deja oír su voz: “¡Déjalo en paz!”/Leave him alone! (6), e insta al actor a continuar. 

5
6
Vemos a Thorndyke declamando rodeado por los Clanton (7), y luego, en un plano más cercano, primero “La insolencia del poder”/ The insolence of office and the spurns y, dirigiendo de soslayo su mirada hacia Ike Clanton: “Las vejaciones que el paciente mérito recibe del hombre indigno”/The patient merit of the unworthy takes (8). “Cuando uno mismo podría procurarse el reposo con un simple puñal”/When he himself might his quietus make with a bare bodkin (9). 

7
8
9
El actor se detiene, incapaz de proseguir, y le ruega conmovedoramente a Holliday para que él prosiga: “Si no temiera aún algo después de la muerte”/But that dread of something after death… (10) bajo la mirada al principio sorprendida de Earp: “Esa ignorada región cuyos confines ningún viajero vuelve a traspasar”/The undiscover’d country from whose bourn…(11) y cuando el doctor recita que “La conciencia nos convierte a todos en cobardes/Thus conscience does make cowards of us all… un repentino ataque de tos le obliga a salir de la taberna precipitadamente (12). 

10
11
12
El siguiente primer plano de Earp muestra ahora una cierta comprensión de lo sucedido (13). A continuación se dirige a la mesa donde permanece erguido el actor, junto a los Clanton: “Le esperan en el teatro, señor Thorndyke”/They’re waiting for you at the theater, Mr. Thorndyke (14). Ante la oposición de los Clanton, Earp reacciona golpeando a Ike Clanton y disparando a uno de sus hermanos (15). 

13
14
15
La irrupción del padre de los Clanton es un indicio de que la escena va a concluir (16). Earp y Thorndike salen del encuadre: “Vamos, señor Thorndyke, le acompaño al teatro”/ Come on, Mr. Thorndyke, I’ll take you to the theater,’ (17), y sin corte en el plano, se produce el violento final en el que el patriarca de los Clanton azota a sus hijos: “¡Cuando se saca el revólver, hay que matar!”/When you pull a gun, kill a man! (18). 

16
17
18
No de forma fortuita, de nuevo un personaje recién llegado es quien se encarga de clausurar la escena. Lo admirable en Ford, naturalmente, es cómo estos paralelismos y simetrías se producen de forma tan fluida.


2. ¿…O en tomar las armas contra un piélago de calamidades?


Si en la escena precedente se nos ofrecía una primera aproximación a los personajes, la recitación del actor servirá para comprender los motivos más profundos de Earp y Holliday. La concepción de la escena –un actor acabado recitando un célebre monólogo shakespeariano en una taberna del oeste– puede parecer extravagante. No lo es, como tampoco la escena anterior se limitaba a mostrar una serie de tópicos genéricos. Aquí podemos contemplar el salvajismo de los Clanton, los motivos de la conducta de Holliday –su ansia autodestructiva, su “dejarse morir”, alcoholizado y tuberculoso–, y un conflicto que Earp comienza a plantearse:

Wheter 'tis nobler in the mind to suffer
The slings and arrows of adverse fortune,
Or to take arms against a sea of troubles,
And, by opposing, end them?[i]

Earp, desde luego, tomará las armas para vengar a su hermano. Pero, ¿es justo que se escude en su placa de comisario para ejecutar una venganza que, a la postre, va a convertirse en un baño de sangre? Al principio del film, se niega a volver a su antiguo empleo de agente de la ley, y solo tras descubrir a su hermano menor muerto irrumpirá en la habitación del alcalde para aceptar el puesto de comisario. Su dilema le acompañará hasta el momento previo al definitivo enfrentamiento con los Clanton, cuando rechaza el auxilio que le ofrecen el párroco y el alcalde: “Este es un asunto estrictamente familiar”/strictly a family affair, replicará, e instantes después, en su camino al OK Corral, se despoja de su placa. Pero el monólogo shakespeariano le hará reflexionar sobre la moralidad de sus actos: ¿se puede encarnar la ley y ser al mismo tiempo un ángel vengador? “¿Qué debo hacer?”, se preguntaba momentos antes. De alguna forma, Earp toma conciencia de su situación moral y llega a una especie de compromiso entre el deber, su deseo de venganza y lo que la comunidad de Tombstone espera de él. No en vano, en la siguiente escena, le vemos aguardando la llegada de la diligencia, y antes del mágico encuentro con Clementine Carter, expulsará de la ciudad a un jugador profesional, intentando así conjugar su principal objetivo, su “primera idea”–hallar a los asesinos de su hermano– con su labor como agente de la ley.

Inevitablemente, también llegamos a comprender, junto con Earp, el dilema que atormenta al doctor Holliday. Antiguo cirujano en Boston, enfermo de tuberculosis, ha decidido morir vagando por los poblados del oeste, “de cementerio en cementerio”/from graveyard to graveyard. Holliday huye de su hogar, de su profesión, de Clementine. Su conflicto es bien distinto al del más prosaico Earp, quien tendrá menos problemas a la hora de resolver sus dudas. El continuo movimiento de Holliday contrasta asimismo con la quietud de Earp. Para Holliday, incluso Tombstone no es más que un refugio provisional para su desesperación: él sabe que no puede lograr ese reposo/quietus, y ambiciona ese “morir, dormir, tal vez soñar”:

To die, to sleep
To sleep: perchance to dream: Ay, there’s the rub;
For in that sleep of death what dreams may come
When we have shuffled off this mortal coil[ii]

Y de manera significativa es él, Holliday, quien da fin al recitado: es “la conciencia la que nos convierte en cobardes”. La conciencia paraliza a Holliday, incapaz de afrontar su destino, de aceptar a Clementine (y de aceptar su pasado, el hombre que era en Boston), y también le impide “procurarse el reposo” por sí mismo, corriendo sin embargo en pos de la muerte para evitar las penalidades de ese “torbellino de la vida”/mortal coil:

The undiscover'd country from whose bourn
No traveller returns, puzzles the will,
and makes us rather bear those ills we have,
than fly to others that we know not of?
Thus conscience does make cowards of us all…[iii]

Pasión de los fuertes trata sobre la búsqueda de un sueño de justicia (Earp), de olvido (Holliday) o de amor (ambos personajes), y toda la película está impregnada por un aire de pérdida… la pérdida de ilusiones de Holliday, la pérdida de Clementine. También Earp –y esto aproxima más a ambos personajes– pierde a su hermano y su condición de estricto hombre de la ley a cambio de ejecutar su venganza. Si Wyatt es consciente de sus contradicciones, no deja, sin embargo, que estas sobrepujen sus propósitos. Holliday, por su parte, sabe que sus contradicciones son insolubles: solo ese quietus anhelado (que se producirá al final del film, en el duelo en el OK Corral) proporcionará el final de sus tribulaciones. Una vez más, el aliento poético de Ford se impuso a las condiciones del relato –la historia de una venganza– y del género en que se hallaba inscrito.

Aquí podemos ver la escena completa:




                                                 





[i] “¿En qué reside la mayor nobleza del espíritu, en soportar/los dardos de la adversa fortuna/o en tomar las armas contra un piélago de calamidades/ y, haciéndolas frente, acabar con ellas?” Reproduzco, como en las citas anteriores, la traducción de la versión doblada al español de la película.
[ii] “Morir, dormir,/dormir…tal vez soñar,/sí, ahí está el obstáculo,/porque, en el sueño de la muerte, ¿qué sueños pueden sobrevenirnos/una vez liberados del torbellino de la vida?”
[iii] “Esa ignorada región cuyos confines/ningún viajero vuelve a traspasar./Ese temor sujeta nuestra voluntad/y nos hace soportar los males que nos afligen/antes que lanzarnos a otros desconocidos;/así, la conciencia nos convierte a todos en cobardes.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario